Mujeres valientes y solas frente a ETA
Viudas por culpa de la organización terrorista relatan cómo además de hacer frente a la pérdida, tuvieron que sobrevivir al desprecio de una sociedad cruel y temerosa que las dejó de lado
Ortega Lara: «Sabía que no había una salida negociada y me preparé para lo irreversible»

Manoli nunca ha sabido por qué ETA secuestró a su marido y le descerrajó varios tiros en la cabeza, cree que pudieron equivocarse de persona. Apareció tirado en un descampado, a medio camino entre un basurero y un cementerio. «Esa imagen no se ... me va de la mente. Lo reconocí por la ropa, pues estaba completamente desfigurado», recuerda.
Nunca pudo imaginar que además del dolor de la pérdida tendría que enfrentarse también a la soledad y el desprecio del entorno, a la falta de empatía y abandono de vecinos o familiares que ni siquiera le dieron el pésame. «Ha sido muy duro. Te acostumbras», confiesa.
Hasta el cura del pueblo le puso problemas para hacer una misa de despedida a su marido. Y sus hijos, como consecuencia de la convivencia tan difícil que se vivió en País Vasco, acabaron enfrentándose entre ellos, divididos en dos bandos, los que estaban con su padre y los que, a pesar de todo, se mostraron a favor de ETA.
Hoy, casi 50 años después del asesinato -perpetrado en los 70-, algunos siguen sin hablarse por esta razón. «Uno de los mayores nunca ha reconocido que los etarras son terroristas», dice Manoli, que prefiere utilizar un nombre ficticio para contar su historia. Hasta ahora no lo había hecho.
«También me asesinaron a mí en vida, no hace falta una pistola para matar»
Angelines
Ejecutaron a su marido tras 13 días secuestrado
Angelines suplicó durante los 13 días que ETA tuvo secuestrado a su marido - el capitán de farmacia Alberto Martín Barrios- que no lo mataran. Ella se ofreció en su lugar, como moneda de cambio, pero no sirvió de nada. La organización terrorista acabó anunciando su asesinato el 18 de octubre de 1983. Ella estaba en el parque con su hijo cuando dos policías la informaron de que había sido raptado por la mañana en el garaje de su casa.
Hoy, sigue soñando con esa escena. «Lo único que me gustaría saber de sus captores es que me contaran cómo pasó aquellos últimos días y por qué fueron capaces de matarlo; ahí también me asesinaron a mí en vida, no hace falta una pistola para matar». Se quedó sola con tres niños de 10, 7 y 2 años, «noqueada, asustada», pagando psicólogos de su propio bolsillo. Para ella «fue peor que una guerra».
«Si los sinvergüenzas vieran lo que sufre una familia no repetirían»
Ángela
Viuda de un mecánico asesinado en los 80
No hay palabras tampoco que puedan reconfortar a Ángela. En mayo de 1984 su marido, Ángel Rodríguez Sánchez, dueño de un taller que tenía a muchos guardias civiles y policías como clientes, recibió una llamada para reparar un coche averiado en la entrada del pueblo. «Todos los sueños se acabaron en aquel momento». Ni ella ni su hijo podrán olvidar nunca el estado en el que lo dejaron.
Hoy cree que «si los sinvergüenzas vieran lo que sufre una familia después de matar no repetirían». Porque además de encarar el duelo y la incomprensión, tuvieron que hacer frente a la necesidad. Las indemnizaciones no llegaron hasta 20 años después y sus hijos no pudieron ir a la universidad. Aún así se siente agradecida por tenerlos cerca. «Perolloro a menudo, recuerdo a mi marido; la vida que podríamos haber tenido juntos», admite.
«No sólo dejaron viudas y huérfanos, nos hicieron la vida imposible»
Juani
Mujer del concejal asesinado José Luis Caso
Juani reconoce que todavía está «enfadada» con el suyo, José Luis Caso, concejal del PP en Rentería (Guipúzcoa). No recuerda cuántas veces le pidió que dejara la política. Cuando en diciembre de 1997 la llamaron del bar de enfrente de su casa para decirle que un terrorista le había disparado, «bajó corriendo y se abrazó a él en el último suspiro de vida».
Sus hijos pensaban que ella sería la siguiente porque las amenazas también llevaban su nombre. «No solo nos dejaron a nosotras viudas y a nuestros hijos huérfanos, sino que después nos hicieron la vida imposible». Le duele la amnesia. «Hoy la gente parece pensar que aquí no ha pasado nada», lamenta.
Los testimonios de Manoli, Angelines, Ángela o Juani son sólo algunos de los recogidos en el libro 'Inocentes. Las otras víctimas de ETA' (Arzalia Ediciones, 2024), escrito por Juan José Mateos, guardia civil y antiguo miembro del Grupo de Acción Rápida (GAR), quien destina parte de los beneficios en luchar contra el olvido, sufragando excursiones de estudiantes al Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
'Inocentes. Las otras víctimas de ETA'
Autor: Juan José Mateos

Arzalia Ediciones (2024)
Su libro es un homenaje a los inocentes a los que ETA rompió, convirtiendo sus vidas en una «pesadilla»; obligados a vivir entre el silencio y el miedo. Para que se conozcan los daños (incalculables) de sus acciones. Y se recuerden.
Por no olvidar, también, el filósofo Fernando Savater escribe el prólogo de estas páginas, para él «crónica de lo que fueron los infames años del auge de ETA y sus sayones. Una auténtica tiranía del terror».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete